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“Yo es que no me acuerdo de lo malo, yo no puedo echarle la culpa, porque yo se lo he entregado todo sin reservas, él no me lo ha pedido”

Me pregunto, ¿qué hace que las personas lo entreguemos todo sin recibir nada a cambio?, ¿qué hace que el sólo hecho de esa entrega sin reservas, nos baste para compensar una necesidad tan básica?, ¿cuándo, por qué y de qué manera esa necesidad se satisface a través de la mirada del otro?

Respecto a los vínculos de dependencia patológica, que es el tema que estamos abordando hoy, y yo me cuestiono¿de qué manera afecta el haber recibido maltrato, negligencia, abandono, abuso en la infancia en el establecimiento de vínculos patológicos?, ¿qué relación tiene con la dependencia emocional en las personas adultas?, ¿puede existir vulnerabilidad previa en personas victimizadas en su infancia?

En la clínica observamos como las personas expuestas a vínculos primarios maltratantes, establecen relaciones de dependencia de manera más patológica que otras personas que han tenido una infancia normalizada.

Vamos a empezar conociendo cómo se establecen los vínculos de apego en la infancia. Por apego entendemos una serie de comportamientos innatos de acercamiento a otros seres humanos, especialmente los primer@s cuidador@s, hacia los cuales estamos biológicamente predeterminados con objeto de incrementar la supervivencia.

El apego puede ser definido como la regulación diádica de la emoción. Si el/la cuidador/a responde adecuadamente a los comportamientos del bebé, ést@ irá desarrollando un entendimiento de que en momentos en los que sienta angustia y/o malestar su cuidador/a estará disponible, queriéndole responder de forma sensible y estando al tanto de sus estados.

Sin embargo, el otro polo es que el bebé, en momentos de necesidad, percibe al cuidador/a como poco dispuest@ a responderle y calmarle, o reacciona de una forma despreocupada, resentida o agresiva; en este caso el desarrollo psíquico y a veces físico del niñ@ se ve muy comprometido. Lo primero y fundamental es conocer que para l@s bebes es imprescindible vincularse.

Ahora bien ¿qué ocurre en los casos en los que esas personas con las que vincularse, son maltratantes? Es primordial preservar los vínculos primarios con las personas significativas, ya que no vincularse significaría una desprotección absoluta, por lo que los menores preservan la fe en ese vínculo (rechazando la idea de que el otr@ es mal@), y así se pueden vincular de manera desorganizada (al activarse al mismo tiempo respuestas de acercamiento y repuestas de rechazo y miedo), pero vincularse al fin y al cabo.

Cuando los niños y las niñas maltratad@s necesitan a sus cuidadores para ayudarles a contener y regular sus subidas de excitación, la respuesta que experimentan es de peligro y de abandono psicológico. Esto sólo sirve para incrementar sus sentimientos de intenso miedo y vergüenza. El miedo y la vergüenza son particularmente problemáticos para el desarrollo de un ser humano cuando son disparados por las figuras de apego.

La paradoja de la búsqueda de acercamiento cuando coincide con evitación psicológica, descansa en la raíz del apego desorganizado tan continuamente visto en niños/as abusados/as. Esta es precisamente la explicación de que much@s menores no deseen separarse de figuras que le son maltratantes.

En las relaciones en las que se dan conjuntamente miedo y conductas de apego, se generan los vínculos traumáticos que se pueden reproducir en la vida adulta. ¿De qué manera afecta en la vida adulta?

El ansia de encontrar protección y cuidados, lleva a la búsqueda constante de un rescatador@, y esto hace a las personas adultas más vulnerables a la hora de iniciar y permanecer en relaciones insanas por la manera en la que se vinculan con estas figuras de apego, al reproducir los estilos de crianza infantiles.

¿Cómo podemos pasar de la necesidad patológica del otro, a la vinculación segura? Muchas personas son conscientes de permanecer en relaciones insanas y de presentar dependencia emocional, y a pesar de tener recursos y habilidades para poner fin a estas relaciones no las rompen.

La mente humana se desarrolla interactivamente en respuesta con el ambiente que la persona tiene en la infancia más temprana, de ahí que en los momentos en los que estas personas experimentan desatención y/o maltrato en la vida adulta, se activen de manera inconsciente sistemas defensivos arcaicos, que se crearon en un momento determinado de la infancia, pero que ahora le son perjudiciales, porque refuerzan a través de la dependencia patológica del otr@, la permanencia en las diversas relaciones insanas.

Estos recuerdos, sensaciones, sentimientos e imágenes se consolidan en la memoria implícita, un tipo de memoria no consciente, por lo que considero que, cuando nos encontramos con personas abusadas en la infancia, la dependencia patológica es muy difícil elaborarla a través del discurso racional. ¿Qué podemos hacer entonces?

Lo primero es entender que esta vinculación segura no tiene que ser con el/la otr@ del otro sexo, sino que ha de empezar por un@ mism@, y es posible restaurar los vínculos de apego insanos y victimizados con nuestro yo adulto.

Una de las formas de intervención que más resultado están dando en la recuperación del trauma temprano es la Integración del Ciclo Vital. Esta es una técnica terapéutica nueva que ha sido desarrollada por la psicóloga norteamericana Peggy Pace a comienzos de 2002, y que utiliza tanto la visualización como la estimulación bilateral de los dos hemisferios cerebrales para sanar el trauma, y para integrar diferentes estados del yo que pueden estar separados.

Se ha desarrollado a partir de EMDR, las técnicas Jungianas de visualización y la imaginación activa, el conocimiento de la psicología del desarrollo y los descubrimientos más recientes en la neurociencia.

La Integración del Ciclo Vital facilita la rápida curación de pacientes que han experimentado trauma complejo, o abandono, o considerable desatención durante su infancia, a través de:

– La integración neuronal, proceso en el cual se elaboran, superan situaciones trumáticas;

– Restablecer un apego seguro del yo infantil con el yo adulto

– Alcanzar una comprensión profunda de lo ocurrido en su infancia temprana y la reproducción de esto en su vida adulta

– Resignificación de experiencias vividas, ahora un@ es capaz de darle otro sentido a eso que ocurrió en el pasado y con lo que un@ no pudo protegerse

– Desensibilización emocional, al hacerse las emociones más tolerables

– Elaborar las experiencias somatosensoriales

– Entender lo que ocurrió está en el pasado y ya no tiene más poder sobre ell@s y es que cuando un@ ha vivido una situación traumática el cerebro en muchas ocasiones cree que eso está ocurriendo una y otra vez, de ahí que se revivan continuamente emociones, sensaciones, imágenes, pensamientos y el mismo mecanismod e defensa que se activo en ese momento, que generalmente es el de bloqueo.

– Mejora la capacidad para regular sus emociones. Se cambian conductas inadaptadas que han comenzado muy pronto en su vida.

Además, la terapia de Integración del Ciclo Vital permite que la persona vuelva a estar en contacto con sus propios recursos y su propia fortaleza al estar más en el momento presente.

Anne Campillo Villahoz, Psicóloga Jurismedi

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Soporte Jurismedia

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